martes, 24 de agosto de 2010

De París con amor (Pierre Morel, 2010)


Si uno tuviera que pensar adjetivos positivos para De París con amor, uno de los escasos a considerar sería que es entretenida. Claro que si eso no fuera superado por lo oligofrénica, bravucona y apátrida que resulta. La produce Luc Besson quien nunca fue un galo orgulloso y le encantan los convencionalismos del más ramplón cine estadounidense. A pesar de eso queda claro en sus mejores películas (que son las que dirige El Quinto Elemento; Nikita y Azul Profundo, que está más cerca de Rossellini que de Michael Bay, por cierto), que es un hombre con cierto tino, el que desaparece cuando sólo produce o escribe (la lista es demasiado vergonzosa como para traerla a cuento pero incluye la saga de El transportador y eso dice bastante). Acá es capaz de aprovecharse de su ciudad para alojar este invento sobre agentes estadounidenses prepotentes que ya a la mitad de la película llevaban matados como a medio centenar de representantes de las minorías asiáticas parisinas. Van, aparentemente, por una combinación de narcotraficantes y terroristas islámicos, una asociación perfecta de villanos. Los agentes son un Jonathan Rhys Meyers lejos de Match Point y un John Travolta que ya va por el triple de peso que Tony Manero. La dirige Pierre Morel que resuelve todo con subordinación a la causa de vender una película de perscuciones y explosiones. Quizás se trate de un chiste (el título parafrasea una película de James Bond por lo que capaz que es una parodia) pero el chascarrillo no queda nunca demasiado explícito. De París con amor prefiere hacer alarde de su estridencia, su falta de guión, su posproducción vistosa y su desprecio a la credulidad del espectador. Y todo como si fuera una gracia. Se estrena el viernes 27 de agosto.


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